UNA DIETA DIARIA SANA Y EQUILIBRADA

El ser humano tiene que alimentarse para vivir ya que los nutrientes presentes en los alimentos le proporcionan la energía necesaria para hacer frente a su rutina. Es necesario, teniendo en cuenta las características de cada persona, consumir un poco de todo y llevar una dieta sana y equilibrada basada en la combinación de proteínas, hidratos y grasas. 

¿Cómo combinar estas propiedades?


->Entre un 15% y un 20% de los nutrientes deben ser proteínas. Cumplen una función de construcción y regeneración del tejido muscular y de transporte de otros nutrientes, entre ellos las grasas.
->Entre un 25% y un 30% deben ser grasas. Estos nutrientes son empleados por el organismo fundamentalmente para producir energía.

->Entre el 50% y el 60% deben ser hidratos de carbono. Al igual que las grasas, los carbohidratos son usados por el organismo principalmente para generar energía.



La dieta también debe tener en cuenta el nivel de gasto de energía de una persona el cual engloba la tasa metabólica en reposo, el sexo, la edad, el peso y la altura. Para calcular el gasto de energía se usan las ecuaciones propuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la fórmula de Harris-Benedict.


En nuestra dieta diaria es importante que no consumamos más de 30g(tres cucharadas) de aceite ya que no es bueno para nuestro organismo.

Otro punto que es muy importante es beber agua de forma abundante, dos litros al día si es posible. El agua nos brinda magníficos beneficios como son el bajar de peso, fortalecer las células de la piel, eliminar toxinas y fortalecer las defensas del cuerpo, un mejor rendimiento físico, cuida las articulaciones, previene enfermedades renales, reduce la acidez estomacal...etcétera.





El desayuno es la comida más importante ya que nos aportará la energía necesaria para empezar el día activos y con ganas. No se debe desayunar ni muy poco ni demasiado; si desayunamos muy poco o incluso no desayunamos el organismo tendría que ponerse en funcionamiento sin los nutrientes suficientes y esto ocasionaría mal humor o incluso obesidad ya que al no ingerir cuando es necesario provocaría que a lo largo del día nos apetezca comer a ratos y grandes cantidades que depararían en la obesidad. En cambio, si desayunamos demasiado, nos causaría una indigestión acompañada por una sensación de lentitud y pesadez que nos harían empezar el día de forma perezosa.
Una buena opción sería consumir fruta fresca o cereales (sin saborizantes o colorantes) con leche acompañados por un zumo de naranja y, para cerrar el desayuno, un yogur o unas pinceladas de miel.

En la comida hay que consumir más alimentos y más variados pero evitando los atracones. La mejor opción son platos variados (un día carne, otro día pescado) acompañados por hortalizas (ensalada, espárragos, zanahoria...). Y como postre final la fruta fresca, imprescindible.

En la merienda debemos evitar los dulces y la bollería industrial ya que no aportan ningún tipo de beneficio y acumulan grasa innecesaria y perjudicial. Los expertos aconsejan  frutas frescas, frutos secos, pan integral y lácteos DESNATADOS.

En la cena se debe tener en cuenta que nuestra digestión influye directamente en un 'buen dormir' y por ello debe ser ligera. Se recomiendan ensaladas con atún, queso y tomate e incluso añadir cítricos, manzana y otras frutas frescas. También se puede alternar entre carne y pescado pero que sean raciones pequeñitas que no ocupen mucho espacio en nuestro estómago y, como postre final, lo que nunca falla: fruta fresca.

Asimismo, la clave para mantener un buen peso está en una cena ligera ya que después de cenar nos iremos a la cama y no gastaremos casi ningún tipo de energía por tanto los alimentos ingeridos serían más difíciles de aprovechar o directamente solo serían bulto.








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